sábado, 14 de enero de 2017

YO NO LEO MESSI, NO LEO SBARAGLIA... YO LEO FRIEDRICH NIETZCHE. Y ADEMÁS LES DIGO QUE SI QUIEREN CONOCER MEJOR SU OBRA, LEAN ASPECTOS DE SU BIOGRAFÍA

Friedrich Nietzsche es uno de los filósofos cuya obra admite las lecturas más disímiles. A uno le da la impresión de que cada persona tiene su Nietzsche a medida.

Podemos leer interpretaciones de derecha, de izquierda, anarquistas, nazis, libertarias, comunistas, ateas, teológicas, democráticas, elitistas… 

En lo personal no creo que se pueda decir cualquier cosa de cualquier texto de Nietzsche –por caso, hacer de Nietzsche un demócrata o un izquierdista implica forzar sus ideas casi hasta la caricatura-; pero coincido en que se trata de una figura tremendamente contradictoria y ambigua. ¿Cómo dilucidar de modo contundente, por ejemplo, que una lectura de Así habló Zaratustra es errónea?

“Autor de cabecera de personajes como Hitler, Lenin, Daniel Cohn-Bendit, José Ingenieros (…)”, como bien nos recuerda un profesor de filosofía bastante mediático y bilardista, la obra de Nietzsche le escapa especialmente a la sistematicidad.

Una de las cosas que más fascinaba a Nietzsche de Johann Wolfgang von Goethe era que el autor del Fausto había sabido compaginar arte y vida. En el caso de Nietzsche, en cambio, vida y obra han estado en una contradicción tal que lo terminaron llevando a la locura.

Nietzsche decía que la originalidad de la filosofía de Schopenhauer radicaba en la personalidad del autor, era “un Schopenhauer en grande”. Refuerzo la idea porque me parece destacable: lo que atraía a Nietzsche era no tanto las grandes obras sino las grandes personalidades que se vislumbran detrás de esas obras.

En una reflexión consignada en el segundo volumen de Parerga y paralipómena, Schopenhauer contradice, obviamente sin saberlo, la opinión de Nietzsche, afirmando que quienes se ocupan de conocer la vida de un filósofo, en lugar de estudiar sus pensamientos, se asemejan a aquellas personas que no admiran un cuadro sino que se conforman con examinar el marco y se interesan por el gusto de su talla o la calidad de su dorado.

Se cuenta una anécdota de otro autor que se encuadra en esta estela antibiográfica, Martin Heidegger, quien al parecer comenzó un seminario sobre Aristóteles diciendo que “nació, trabajó y murió”. El mismo Jorge Luis Borges, nuestro escritor canónico, era bastante reacio a contextualizar con fechas y datos la obra de los escritores que le agradaban.


Estas posturas extremas contrastan con la de Diógenes Laercio, cuyas Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres gustaba tanto al mismo Nietzsche.

En lo personal coincido con Nietzsche y con todos aquellos que creen que conocer la personalidad de quien filosofa ayuda a conocer mejor el contenido y la forma de su filosofar. Por caso, leer la biografía de Schopenhauer escrita  por Rüdiger Safranski, o la vida de Wittgenstein descripta por Ray Monk, ayudan a adentrarse tanto en el pensamiento de Schopenhauer como a entender mejor la obra del autor del Tractatus Logico-Philosophicus

Una conferencia no ha de ser mejor o peor juzgada si se sabe que el orador fumó medio cigarrillo de marihuana para darse ánimos, o se tomó una copa de vino. Un pensador como Nietzsche que es débil y adora la fuerza, que tuvo una vida triste y predicaba la alegría, que se cree maligno y es transparente en todo lo que dice, no parece ser alguien cuya vida no pueda elucidar mejor su pensamiento. 

“¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!”, dijo el personaje de la viejecilla en Así habló Zaratustra. ¿Se entiende mejor esa frase si conocemos las relaciones eróticas y amorosas que Nietzsche mantuvo, o mejor dicho no mantuvo, con las mujeres de su vida? Yo estoy convencido de que sí. 

“Ocuparse del pensamiento de Nietzsche -escribe Karl Jaspers- exige, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de los filósofos, que uno tome a la vez contacto con la realidad de su vida”.

En el último capítulo de su Ecce Homo, una autobiografía bastante megalómana que escribió poco antes de su colapso mental de 1889, él mismo nos dice: 

“Yo conozco mi suerte, un día mi nombre irá unido a algo formidable: al recuerdo de una crisis como jamás la ha habido en la tierra, a la más honda lucha de conciencia, a una decisión jurada contra todo lo que hasta entonces había sido creído, fomentado y tenido por sagrado. Yo no soy hombre, soy dinamita”.

No quiero abundar mucho en aspectos de su vida porque estoy en el cumpleaños de mi vieja y me están mirando con cara de "dejá de escribir maldito nerd, y vení a tomar cerveza con nosotros". Por eso los invito a leer a ustedes mismos las muchas biografías que se han escrito sobre el amigo Federico. 

Tenemos a nuestra disposición incluso hasta del catálogo de su “biblioteca personal” con los libros que leyó. Hay estudios de la vida de Nietzsche que abundan en detalles muy valiosos; al respecto es inestimable la monumental biografía de K. P. Janz, Friedrich Nietzsche I: Infancia y juventud; II: Los diez años de Basilea; III: Los diez años como filósofo errante; IV: Los años del hundimiento. También hay información  de primera mano, aunque hay que leer con cuidado, de su propia hermana: E. Förster-Nietzsche, Das Leben Friedrich Nietzsches. O de L. Andreas Salomé: Friedrich Nietzsche en sus obras.


Hay extensos y detallados trabajos biográficos de Ch. Andler, F. Würzbach, Werner Ross, Rüdiger Safranski, Daniel Halévy, entre muchos otros. 

Están traducidos al castellano sus textos publicados, sus fragmentos póstumos, sus cartas. Hace rato que todos aquellos que tengan ganas de leerlo, y plata para ir comprando sus libros, pueden estudiar a fondo la obra de un filósofo clave en la historia de la cultura Occidental, incluso superior a figuras titánicas como las de Luis Majul o Alejandro Rozitchner.

Ahora si son unos vagos de mierda y pretenden que sea yo el que les mastique la comida por ustedes para que la puedan digerir mejor, les digo que no lo pienso hacer bajo ningún concepto.

Eso es todo por hoy. ¡Sean felices!

Rodrigo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario