martes, 29 de noviembre de 2016

BORGES Y EL GORILISMO

En lo personal no soy peronista, pero tengo cierta inclinación a despreciar las actitudes "gorilas", básicamente porque me resultan intelectualmente toscas. Ante todo me interesa distinguir que no me parece lo mismo ser no peronista que ser “gorila". El "gorila" es el "antiperonista". ¿Cuál es la diferencia? El "gorila" cree que el peronismo antes, o el kirchnerismo ahora, es una "simulación": no son lo que dicen ser, "son todos corruptos que se disfrazan de progres para robar", etc. Jorge Lanata, en tanto operador político, usa mucho ese prejuicio a su favor, tratando de instalar la idea de que “el kirchnerismo es el gobierno más corrupto de la historia”. No sé  quién será el dueño del corruptómetro, pero algunos lo aplican sólo para medir gobiernos "populistas". Pero no nos vayamos por las ramas...

Carlos Gamerro distingue muy bien la cuestión: "(...) explico lo que a mi entender es la diferencia decisiva: el antiperonista acepta que el peronismo existe y utiliza su arte e inteligencia para entenderlo y combatirlo; el gorila los usa para demostrar que no existe ni existirá ni nunca ha existido ni debería existir si fuera posible que existiera". 

A mi juicio no existe el gorila “químicamente puro”, sino que hay grados de gorilismo. Por ejemplo: Beatriz Sarlo está más cerca de ser no peronista, sin por eso merecer plenamente el calificativo de "gorila". Sarlo es, en todo caso, medio o un poco gorila. Un escritor genial como Borges era "gorila". Un intelectual de cartón como Fernando Iglesias –autor de Es el peronismo, estúpido-  es gorila. Roberto Gargarella es bastante gorila. Pongo ejemplos diversos como para que vean que hay gorilas muy talentosos (Borges), o muy instruidos (Gargarella), y no todos son marionetas berretas tipo Fer Iglesias. 

El libro de Fer Iglesias sobre el peronismo no sirve para explicar el peronismo, sino el gorilismo. Los panfletos de Borges explicaban no el peronismo, sino el gorilismo. Si uno en cambio quiere entender el peronismo para combatirlo o para criticarlo, deberá leer a un Daniel James, o a un Steven Levitsky, entre tantos otros. 

Tampoco creo que sea muy iluminador usar el término "gorila" como sinónimo de "facho", porque eso nos llevaría a tildar a peronistas de derecha de "gorilas", lo cual oscurece más de lo que ilumina. Por supuesto existen "gorilas" cuyo discurso es más bien “izquierdista” (el citado Roberto Gargarella), y también hay gorilas “derechosos” (Marcos Aguinis).


Para muchos el término "gorila" no sirve para pensar, sino para descalificar al que piensa distinto y para clausurar el debate. Pese a que hay algo de cierto en esa queja, no coincido plenamente. Tiendo a creer que, así como quienes rechazan la división izquierda/derecha  suelen ser “de derechas”; quienes piensan que el gorilismo no existe suelen ser, en mayor o menor medida, “gorilas”. 

El problema con la palabra “gorila” es que se la usa más como adjetivo que como  sustantivo, de modo semejante a lo que ocurre con el término “fascismo”. Me parece que si usamos “gorila” como sustantivo, y nos cuidamos de definir el término con alguna mínima precisión, designa algo “real”, empíricamente verificable. Cuando digo que no hay “gorilas químicamente puros”, sino grados diversos de gorilismo, hago referencia a que los seres humanos somos pluridimensionales.

Un tal Ticruz resumía bastante bien parte de la cuestión, ampliando la definición de Gamerro: 

“Existe un viejo reclamo en torno a la palabra “gorila”, principalmente de parte de las izquierdas tradicionales. ¿Es posible no ser peronista y tampoco gorila? ¿Es sencillamente “gorila” un sinónimo de “opositor”? Se ha usado así, y coincido en que no tiene sentido el término de esa manera. El gorilismo, si es de alguna manera una palabra que representa algo, no es la oposición al peronismo, sino la reducción del peronismo a eso: a un fenómeno primitivo, infernal, visceral. No hay desacuerdo, no hay discusión, sólo odio y desprecio. El otro no piensa diferente, o es cómplice del mal, o es víctima de su estupidez”.

Y un poco más adelante: 

“Tampoco nadie pensaba que Perón era un orangután irracional, todo lo contrario. El gorililismo piensa que el líder es, de hecho, un estratega maquiavélico, con una capacidad especulativa brillante, que manipula a una masa irracional. El primitivo no es el líder para el gorilismo -véase el Rosas de El matadero y el Facundo- , sino sus seguidores. Sólo puede haber dos razones para seguir a ese líder: la idiotez y la maldad. Y el corolario necesario de eso es que el otro, el seguidor de ese líder, deja de ser sujeto válido de diálogo, no es atendible en tanto sujeto pensante. Hacia él sólo queda el odio y el desprecio, la lástima si se es generoso. Eso implica poner al otro en el lugar del salvaje o del bárbaro, en categorías de Lévi Strauss. Esa reducción del otro a la oposición entre civilización y barbarie, es, propongo yo, el gorilismo”.

BORGES Y EL GORILISMO:

“Con Borges decimos que no se puede ser peronista sin ser canalla o idiota o las dos cosas. Desde luego no basta con ser antiperonista para ser buena persona, pero basta ser peronista para ser una mala persona” (anotación de Adolfo Bioy Casares en su Diario).

Para explicarme mejor, voy a usar varios fragmentos e ideas afanadas de Facundo o Martín Fierro: los libros que inventaron la Argentina, un libro extraordinario del crítico y escritor Carlos Gamerro:


Gamerro nos recuerda que, según Bioy Casares, Borges tendía a aceptar la verdad que se adaptara mejor al texto. Su obra está llena de ejemplos donde, siguiendo criterios básicamente estéticos, defiende posturas aparentemente irreconciliables entre sí: 

“Así, en algunos cuentos supo enaltecer el culto del coraje y optar por la barbarie gaucha (‘Hombre de la esquina rosada’, ‘El fin’, ‘El sur’) y deplorarla en otros (‘Historia de Rosendo Juárez’, ‘La noche de los dones’). Pudo ponerse platónico y proponer que no somos más que un sueño soñado por otro (‘Las ruinas circulares’, Everything and Nothing’) y también resignarse a aristotélico y admitir que nada podemos contra el peso de lo real (‘Nueva refutación del tiempo’, ‘La espera’); proponer que la historia es circular, y que fenómenos como el nazismo son una mera repetición de otros pretéritos –‘Inglaterra y América libraron contra un dictador alemán, que se llamaba Hitler, la cíclica batalla de Waterloo’, leemos en ‘El otro’-, o admitir que es lineal y cabe en ella lo nuevo y nunca visto, como el nazismo (‘Deutsches Requiem’); es capaz de fustigar el fascismo y el antisemitismo, tanto el local como el extranjero (‘El milagro secreto’, ‘La muerte y la brújula’), y de ponerse en el lugar de un criminal de guerra nazi (nuevamente, ‘Deutsches Requiem’)”.

De modo semejante a Nietzsche y su idea del “eterno retorno”, Borges es un combinacionista que intenta agotar todas las permutaciones posibles de un número determinado de elementos. Sin embargo, toda esa pluralidad de puntos de vista, todos esos matices, desaparecen totalmente cuando Borges hace referencia al peronismo. El peronismo es la detención absoluta de ese afán combinatorio, el ying que no tiene yang, la cara sin contracara, la oscuridad sin luz. Jamás habrá una justificación del coraje en un militante montonero.

El peronismo le hizo variar su actitud hacia la democracia. Como dice Gamerro: “(…) hasta 1955 define al peronismo como dictadura y lo ataca en el nombre de la democracia; pero a partir de esa fecha, cuando se hace evidente que las dictaduras  son la única barrera contra el peronismo y que cualquier elección limpia lo traerá de vuelta, el ímpetu democrático de Borges se va atenuando progresivamente, hasta desaparecer por completo a partir de 1973”.

Muchos de ustedes deben recordar la definición borgeana de democracia como “abuso de la estadística”. Sin embargo, su fe democrática se renueva cuando Ricardo Alfonsín triunfa en las elecciones. En una nota titulada “El último domingo de octubre”, publicada en Clarín el 22 de diciembre de 1983, Borges afirma:

“Escribí alguna vez que la democracia es un abuso de la estadística (…) El 30  de octubre de 1983 la democracia argentina me ha refutado espléndidamente”.

Como bien destaca Gamerro, no existe distancia irónica en su aborrecimiento del peronismo: “es tan físico y visceral que, para hablar de él, deja de lado su habitual sang-froid y humorismo tongue-in-cheek para ponerse guarango, vulgar y –casi inaudito en él- también poco ingenioso e inteligente: ‘En verdad eran cretinos y criminales, él y su hada rubia, su prostituta’. ‘Si me lo encontrase a Perón, mi obligación sería matarlo. Si tuviera coraje, lo mataría’”.

En lo personal, me resulta difícil adherir a la creencia popular acerca del “apoliticismo” y la “ingenuidad” de Borges, y al mismo tiempo conciliar ese prejuicio con la aparición del panfleto anti-peronista titulado La fiesta del monstruo. Es un cuento que, como bien se sabe, abreva en la herencia de La Refalosa de Hilario Ascasubi y El matadero de Esteban Echeverría.

"Este relato -le dice años después Bioy a Matilde Sánchez- está escrito con un tremendo odio. Estábamos llenos de odio durante el peronismo", Clarín, 17/11/1988.

Según Ricardo Piglia, el panfleto trata de la fiesta atroz de la barbarie popular contada por los bárbaros: 

La fiesta del monstruo combina la paranoia con la parodia. La paranoia frente a la presencia amenazante del otro que viene a destruir el orden. Y la parodia de la diferencia, la torpeza lingüística del tipo que no maneja los códigos. (…) es un relato totalmente persecutorio sobre el aluvión zoológico y el avance de los grasas que al final matan a un intelectual judío (…) No diría que increíble, es un texto límite… Difícil de encontrar algo así en la literatura argentina”.

Horacio Verbitsky lo sintetiza muy bien:

“En esta reescritura antiperonista de El Matadero de Echeverría, una turba abominable lapida hasta la muerte a un estudiante judío que se niega a saludar a la foto del Monstruo. (Durante la década peronista no hubo actos de hostilidad hacia los judíos, Perón fue el primer presidente que tuvo judíos en su gabinete, apoyó a una organización judía pro peronista e inauguró las relaciones diplomáticas con Israel, mientras en las páginas del libro abundan las frases y chistes antisemitas, que Borges cuenta en presencia de amigos judíos y luego le sorprende que en vez de reír se entristezcan.)” 

La cuestión del “simulacro”, típica de muchos “gorilas”, también está presente en Borges. En su cuento titulado, precisamente, “El simulacro”, publicado en 1957, hay un hombre en Chaco que se hace pasar por Perón y exhibe “un cajón de cartón con una muñeca de pelo rubio”. Mientras recibe las condolencias de los lugareños, Borges escribe:

“(…) como el reflejo de un sueño  o como aquel drama en el drama, que se ve en Hamlet. El enlutado no era Perón y la muñeca rubia no era la mujer Eva Duarte, pero tampoco Perón era Perón ni Eva era Eva sino desconocidos o anónimos (cuyo nombre secreto y cuyo rostro verdadero ignoramos) que figuraron, para el crédulo amor de los arrabales, una crasa mitología”.

En fin, para no prolongar más este posteo, les recuerdo que Borges defendió la “Revolución Libertadora” (para los peronistas será “Revolución Fusiladora”) de 1955, donde toda representación simbólica de la pareja presidencial estaba condenada. La intención era borrar el peronismo de la faz de la tierra. No alcanzaba con que dejara de ser, sino que jamás tenía que haber sido. La propuesta era borrarlo de la realidad, pero también de la imaginación y del recuerdo:



sábado, 26 de noviembre de 2016

LA OBLIGACIÓN DE GOZAR

De ningún modo aceptaría, para evitar el sufrimiento, el hecho de vivir anestesiado. Los seres humanos no podemos ser completamente felices: porque somos sujetos de deseo, porque estamos condenados a envejecer, porque no podemos evitar que los seres que amamos sufran, porque últimamente Boca y la selección juegan para la mierda...

Sin embargo, es sano y comprensible que busquemos sensaciones placenteras; satisfacciones afectivas, culturales, artísticas... Ahora bien, lo que a uno le rompe las pelotas es “la diversión obligatoria”. 

En tal sentido, creo que  no le falta razón a Zizek cuando asegura que el problema hoy no consiste tanto en liberarse de las inhibiciones para poder gozar espontáneamente; sino en cómo liberarnos del mandato del goce.

“Por ejemplo, si tratamos de nacionalizar un banco descargarán sobre nosotros los peores insultos: populistas, comunistas, es decir que no serán tan permisivos en ese plano. Segundo, ¿no hay acaso en esta supuesta permisividad un mandato oculto proveniente de lo que en psicoanálisis llamamos el "super yo"? Se trata de una verdadera obligación: "¡debes gozar!". Se impone la diversión, porque de lo contrario nos sentimos culpables. Es como una moral kantiana al revés. En otros tiempos la obligación moral era llevar una vida "decente". Si traicionabas a tu esposa, te sentías culpable por buscar el placer. Ahora se trata de lo contrario, si no buscas el placer, si no estás dispuesto a gozar, te sientes culpable. Y no estoy hablando de una hipótesis abstracta. Me encuentro todo el tiempo con psicoanalistas que me dicen que ésa es la razón por la cual la gente acude a la consulta. Se sienten culpables de no gozar lo suficiente. La gran paradoja es que el deber de nuestros días no impone la obediencia y el sacrificio, sino más bien el goce y la buena vida. Y quizá se trate de un mandato mucho más cruel. Probablemente el discurso psicoanalítico es el único que hoy propone la máxima: "gozar no es obligatorio, te está permitido no gozar". La paradoja de la sociedad permisiva es que nos regula como nunca antes”.

No sé si alguno de ustedes lo leyó, pero si no lo hicieron les recomiendo que lean Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, un artículo que David Foster Wallace publicó en febrero de 1997. Ahí, el autor de La broma infinita cuenta la experiencia de pasar varios días a bordo de un crucero de lujo:

“Tengo treinta y tres años y la impresión de que ha pasado mucho tiempo y que cada vez pasa más deprisa. Cada día tengo que llevar a cabo más elecciones acerca de qué es bueno, importante o divertido, y luego tengo que vivir con la pérdida de todas las demás opciones que esas elecciones descartan. Y empiezo a entender cómo, a medida que el tiempo se acelera, mis opciones disminuyen y las descartadas se multiplican exponencialmente hasta que llego a un punto en la enorme complejidad de ramificaciones de la vida en que me veo finalmente encerrado y atrapado en un camino y el tiempo me empuja a toda velocidad por fases de pasividad, atrofia y decadencia hasta que me hundo por tercera vez, sin que la lucha haya servido de nada,  ahogado por el tiempo. Es terrorífico.  Pero como son mis propias elecciones las que me encierran, me parece inevitable: si quiero ser adulto, tengo que elegir, lamentar los descartes e intentar vivir con ello.


No sucede así en el lujoso e impecable ‘Nadir’. En un Crucero de Lujo 7NC, pago por el privilegio de cederles a profesionales cualificados la responsabilidad no solamente de mi experiencia sino de mi interpretación de esa experiencia: es decir, de mi placer. Mi placer es gestionado de forma eficaz durante siete noches y seis días y medio… Tal como me prometieron en la publicidad de la línea de cruceros. No, tal como alguien ya llevó a cabo en los anuncios, con sus imperativos de segunda persona, que los convierte no ya en promesas sino e predicciones”.

Finalizo con un poema de Mario Benedetti no en defensa de la felicidad, que hasta cierto punto es utópica salvo instantes muy puntuales, sino de la alegría:

Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina 
de la miseria y los miserables 
de las ausencias transitorias 
y las definitivas 

defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 

y también de la alegría.


¡Sean infelices cada tanto que está todo bien!

Rodrigo

EL DEBATE ETERNO: INSEGURIDAD Y POBREZA

Mark Twain decía que el ser humano era “el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir".

Entiendo que este posteo está muy lejos de cambiar la historia de Occidente, aunque estoy convencido de que, sin ser nada excepcional, es fácilmente superador de la enorme mayoría de estupideces y falsos debates que escucharon, escuchan y escucharán en los medios hegemónicos.

Las verdades a medias son más peligrosas que las mentiras evidentes, porque tienen mayor poder de prender en el sentido común de las mayorías. Aunque no soy un experto, trataré de hacer un aporte para enriquecer la discusión, valiéndome para eso de algunas lecturas de opiniones de especialistas y datos empíricos, que son muy pocos pero existen, en parte gracias a la dedicación y al esfuerzo de estudiosos cuyas ideas no tienen la suficiente masividad que deberían tener.

Estoy bastante podrido de soluciones basadas en esquemas de causalidad mágica; ideas zombie que regresan una y otra vez en forma de polémicas mediáticas para el consumo de patanes. Lo redacto un poco al tuntún, y que cada uno reconstruya los argumentos y haga el relato coherente en su propia cabeza:

Los especialistas no se ponen de acuerdo en todo, pero hay cuestiones que están más o menos claras. Pueden existir  metodologías diversas para el tratamiento de enfermedades complejas, pero eso no implica que ningún médico se tome en serio la "teoría de los humores" para curar el cáncer. En otras palabras, que la inseguridad nos afecte -en mayor o menor medida- a todos, no quiere decir que uno deba tolerar en silencio que se diga cualquier barrabasada. Ocurre que los medios suelen consultar a "la gente" en estado de emoción violenta, y nunca falta quien lanza invectivas que no aportan ninguna solución sino más y más confusión y odio. 

Mi intención es modesta: creo que si elevamos el nivel de debate podemos ayudar un poco a no dejarnos engañar tan fácilmente por odios irracionales, paranoias mediáticas o slogans idiotas. Algunas precisiones para complejizar el panorama:


1) El riesgo de ser víctima de un delito no es parejo en toda la sociedad: yo tengo menos riesgo de ser víctima de un delito con arma de fuego en ocasión de robo que alguien que vive en la villa. En parte por eso, no es casual que a medida que uno va bajando en la escala social hay más gente partidaria de la pena de muerte. No se trata tanto de un problema ideológico, sino que está en relación -y no se trata de la única relación, porque intervienen muchos factores- con la posibilidad de ser víctima;

2) La “policialización” es un problema grave, y consiste en que de los mismos sectores sociales se seleccionan, mayormente, los vértices de un triángulo muchas veces macabro: víctima, delincuente y policía. Ergo, muchos policías no lo son por vocación, sino que eligen serlo porque ven ahí una fuente de trabajo, obra social, dignidad, reconocimiento... El entrenamiento policial es muy precario, y también la logística. El esquema policial nuestro está militarizado, es piramidal. No tenemos una policía comunitaria, como sí la tienen en otros países. 

El modelo estadounidense de "Estado gendarme", que impera mayormente en toda América latina, es nefasto:  infla el miedo, alimenta la paranoia, estigmatiza e instala la creencia de que la única salida está en respuestas vengativas como encerrar, castigar, reprimir y ajusticiar. Como si fuera poco, requiere una inversión multimillonaria: recursos que tiene el país del norte y no tenemos nosotros. Hay gente que ha estudiado muy bien el tema, como el sociólogo francés L. Wacquant

La policía es un servicio civil, y sin embargo funciona como si fuesen milicos. Al estar militarizada, no puede sindicalizarse, no pueden hacer peticiones colectivas y discutir HORIZONTALMENTE las condiciones de trabajo… ¿Cómo formar una conciencia profesional sin discutir condiciones de trabajo? El milico está formado para recibir una orden y cumplirla; lamentablemente, los policías también (NO DEBERÍA SER ASÍ, prepararse para ir a la guerra es propio de militares, no de policías, por más que muchos medios lo planteen en esos términos);

3) Al estar militarizados, los policías se someten a órdenes arbitrarias: reciben instrucciones que son suicidas; tienen que intervenir en todo hecho delictivo que presencien, lo cual es una locura (miren “Policías en acción” o “El bonaerense” y se pueden dar una idea aproximada de su funcionamiento). Un tipo sometido a un régimen vertical donde nadie lo defiende, mal preparado y cagado de miedo no es una persona que esté en condiciones ideales de proveer seguridad en la vía pública;

4) Hay un dilema a nivel mundial, que es la “autonomía de las agencias policiales”. ¿Por qué Obama no cerró Guantánamo? Pues porque le iban a largar al verdadero terrorista que va a poner una bomba al día siguiente en la Casa Blanca. ¿Qué pasó con Duhalde y Kosteki y Santillán? ¿Qué pasó con la masacre de Ramallo? No es joda, los policías ejercen presión de modos que pueden ser muy terribles para reivindicar sus intereses. 

5) Durante 2009, según Marcelo Sain -un estudioso del tema con quien lógicamente se puede estar en desacuerdo, pero desde el conocimiento y no desde el “a mí me parece que”-, la PFA destinó el 84% de su presupuesto en sueldos a un personal de unos 40.626 integrantes, entre oficiales, administrativos, técnicos contratados, etc. Tan sólo el 11, 99% en otros gastos de consumo y el 2.53% en inversión. ¿Cómo hace para financiar su funcionamiento una institución pública que cuenta con más de 40 mil integrantes, unas 750 dependencias con equipamiento y apoyo logístico y administrativo? CON FONDOS EXTRA-PRESUPUESTARIOS (DINERO DEL NARCOTRÁFICO, PROSTITUCIÓN, JUEGO CLANDESTINO, PROTECCIÓN DE BARRABRAVAS, ETC.). Esto exime a los gobernantes de idear formas de financiar “en blanco” a un organismo que es caro, de proporcionar capacitación y modernizar el equipamiento policial (armas, patrulleros, mejorar los sistemas computarizados, coordinar la información con otras comisarías, etc.).


El pacto entre gobierno y policía, que esencialmente no ha cambiado desde hace cuantimenos 30 años, es más o menos como sigue: el gobierno dice: yo garantizo que la institución policial no tenga que rendirle cuenta todo el tiempo a las instituciones, protejo ciertos jefes y cuadros policiales funcionales al pacto mediante su ascenso o promoción a otros cargos, y me hago el pelotudo ante hechos de corrupción policial o abuso de fuerza (incluido el “gatillo fácil”). Como es evidente aunque algunos no lo quieran ver, los destinatarios del abuso policial son, mayormente, los “negros de mierda”, muchos de los cuales son detenidos por “portación de cara” (¿cuántos de ustedes conocen víctimas de “gatillo fácil” entre personas de clase alta?).

También se sabe de muchos presos que son obligados a robar a cambio de un porcentaje, de operativos “armados” (pocas cosas hay más sencillas que "plantarle" un gramo de cocaína a un linyera para lograr un ascenso), etc. Del lado policial se le asegura al gobierno un grado socialmente aceptable de eficiencia en el control formal o informal del delito. Mi interés no se basa en una cuestión de “amor a mis queridos grasitas”: no, me importa elucidar las causas profundas para aportar soluciones viables. No me mueve, al menos en lo esencial, el resentimiento hacia una clase o el amor hacia otra; mi odio y mi amor se dirigen hacia personas reales de carne y hueso, no hacia “naciones”, “clases sociales”, católicos, judíos, agnósticos, protestantes, negros, amarillos, blancos o lo que fuere. Además, considero que la identidad de los seres humanos no es unidimensional, sino PLURIDIMENSIONAL. El odio y el temor hace que etiquetemos a “los otros” y los cosifiquemos, congelemos, fijemos en una sola dimensión de entre varias: “negros”, “judíos”, “trolos”, “emos”, “ladrones”... Como dijo Primo Levi, sobreviviente de un campo de concentración en Auschwitz, quien experimentó en carne propia y/o vio muchas de las conductas más abyectas e inhumanas de que ha sido capaz el género humano: “Los monstruos existen, pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos: más peligrosos son los hombres comunes”.

Rubén Carballo, el adolescente de 17 años que murió porque lo recagaron a palazos en los alrededores del estadio de Velez cuando fue a ver al recital de Viejas Locas, fue el resultado de una puja interna de poder. Las internas policiales siempre se dirimen en la calle, “haciendo” (como en el caso del pobre pibe que fue a ver un recital) o “dejando de hacer”, como cuando “liberan la zona” para que los delitos suban y así ejercer presión. ¿A quién está destinada esa presión? Varía: puede ser a la cúpula de la institución, a otros sectores policiales en conflicto, un ministro, un gobierno, un grupo u organización social. ¿El objetivo? Tumbar jefes o funcionarios, renegociar repartos y puestos, abrir ascensos congelados, amenazar o coaccionar a dirigentes políticos o sociales.

¿Y qué ocurre, bajo este sistema, con los policías que son expulsados por corrupción, como para hacer un “lavaje de cara” y que no sea todo tan evidente? ¿De qué labura un tipo que sabe manejar armas y tiene contactos con todo tipo de mafias y estratos de poder? ¿Labura de heladero, de profesor de filosofía, qué imaginan que hará? Con muuuucha suerte se podrá conformar con un sueldo sensiblemente inferior –inferior al que cobraba “por izquierda”, no al que figuraba en el recibo “en blanco”- como vigilante privado.


6) El delito callejero no es un problema nacional, sino barrial, local. Cada barrio y cada sociedad tiene problemas específicos que hay que estudiar localmente. Sólo desde la pelotudez más espantosa podemos pensar que la cuestión se resuelve “metiendo preso a todos los negros de mierda”. El tema es que NO HAY SUFICIENTES CIFRAS Y ESTUDIOS CIENTÍFICOS SERIOS. Si no sabemos bien qué pasa no podemos resolver la cuestión, que va mucho más allá del bombardeo mediático. Debería ser más que evidente: ¿o existe, por caso, alguna multinacional petrolera que invierta millones de dólares en realizar perforaciones en busca de petróleo sin hacer antes un estudio del terreno?


Por otra parte, las cifras generales y frías no dicen nada: si me dicen “hay mil homicidios”, uno debe preguntar: ¿homicidios callejeros, intrafamiliares, en qué ámbitos, cómo es el perfil del autor, cómo es el perfil de la víctima, cuál es el riesgo de victimización según la población? Cuando hay delito- y siempre lo hay en las urbes modernas, pues se trata de un problema mundial, pues la INSEGURIDAD CERO no existe- pero no se investiga adecuadamente, puede haber una sensación que no se corresponde con la gravedad de los hechos, o puede haber una no percepción de hechos graves.

Falsos dilemas:

"El problema es la droga”


El prejuicio radica en creer que todo consumidor es un adicto, y que todo adicto es un delincuente, lo cual es falso. ¿O todo el que toma alcohol es un alcohólico? El tóxico por excelencia, en el país, es justamente el alcohol. Cualquiera puede conocer a fumadores de marihuana absolutamente incapaces de hacerle daño a nadie. El tema del paco sí es un problema, porque el paco es un veneno que genera una adicción de carácter físico. Al margen del paco, que sí es un problema gravísimo, no hay vinculación directa y sencilla entre droga y delincuencia. En todo caso el problema es que se suele criminalizar al consumidor, en lugar de focalizar las fuerzas en perseguir el tráfico. Sea como fuere, habrá que hacer estudios científicos profundos antes de vincular livianamente droga y delincuencia.

“La inseguridad no es una sensación, es una realidad”


Se trata de un lugar común que repiten todos los medios, que hacen su negocio privado publicando una y otra vez robos a mano armada, asesinatos y la sangre nuestra de cada día dánosle hoy.

En cierto modo, el sentimiento de inseguridad SIEMPRE es una sensación. Se basa en el miedo a ser víctima de un hecho delictivo o de violencia, y está vinculada a la sensación de aleatoriedad (“a cualquiera le puede pasar”) de ser potencial víctima de un hecho violento. Muy pocos temerán que un ovni se los lleve a Marte, casi nadie temerá a un delincuente tipo Bernard Madoff en Estados Unidos, que siendo gestor realizó una estafa financiera por 50 mil millones de dólares (porque uno no lo ve), pero muchos tendrán un cagazo padre de que “un negro me mate por dos pesos”. Esta “sensación de inseguridad”, como bien dice Gabriel Kessler, no tiene relación directa con el delito (sí tiene relación, obviamente, pero no es una relación sencilla, de causalidad mecánica). Si voy caminando por una calle muy poco iluminada y de frente viene otro tipo desconocido, aunque se trate de la persona más decente del mundo, puedo sentir “sensación de inseguridad” (capaz que cuando se acerca es un amigo de la facu, o un desconocido, o efectivamente es un chorizo y me descansa la billetera). Si Chiquita Legrand se topa en la esquina con un grupo de adolescentes vestidos de negro con remeras estampadas con calaveras tomando cerveza, aunque sean más inofensivos que mi sobrino de 3 años, puede llegar a sentir “sensación de inseguridad” aunque no exista ningún delito. Si además Chiquita Legrand mira el noticiero todo el día, con la noticia de un robo a mano armada a la mañana, a la tarde, al mediodía, a la noche, y entrevistas periodísticas a vecinos que dicen “sunabarbaridá, los delincuentes entran por una puerta y salen por otra, sinosepuedevivír”, seguramente la “sensación de inseguridad” de Chiquita Legrand aumenta. Vale decir: la sensación de inseguridad es RELATIVAMENTE independiente del aumento o la disminución de los índices delictivos, y se relaciona con factores múltiples y variables. La sensación de inseguridad varía, además, cuando uno compara su situación con experiencias pasadas: si antes en el barrio se podía salir a la noche tranquilo y nunca pasaba nada, o pasaba muy poco, o pasaba todo el tiempo, etc.


Como bien dice Kessler, hay sensaciones de temor compartidas y otras que son propias de cada grupo social: “así, por ejemplo, policías y patovicas son temidos por jóvenes de sectores populares; agresores sexuales por mujeres de barrios del conurbano y, en sectores populares de algunas provincias, se teme a figuras ligadas al poder capaces de todo tipo de abuso. También, en los sectores medios y altos de Capital, puede temerse a “gente que antes no existía”, como mendigos o cartoneros, así como se tiene una alta desconfianza a la policía”. Ni falta que me hace que me digan que hay gente “que roba y mata por dos pesos”, lo sé. También hay gente que roba y mata, no a uno sino a muchos, por algunos millones de pesos. Sea como fuere, tanto yo como TODOS los miembros de mi familia hemos sido víctimas de diversas situaciones de inseguridad (con uso de arma de fuego). Por mi parte, más que vengarme, me interesa elucidar las causas para ayudar a prevenir consecuencias no deseadas.

El sociólogo argentino Gabriel Kessler resume muy bien lo que torpemente estoy tratando de argumentar:



“El sentimiento de inseguridad nunca fue un reflejo de las tasas de delito en ningún país: por lo general aumenta cuando se produce un incremento de la criminalidad, pero una vez instalado como problema social, no necesariamente desciende aunque las tasas de delito disminuyan. Tampoco los niveles de temor entre los sexos, franjas de edad y niveles socioeconómicos son proporcionales a las probabilidades de victimización real de cada grupo. Entre otros factores, la relación entre delito y temor está mediada por la diferente aceptabilidad del delito de una sociedad en un momento dado. La inseguridad implica un aspecto comparativo: es en parte la denuncia de una situación que, en el imaginario social, no era así en el pasado o que, en todo caso, debería ser otra ahora”.

“¡No roban para comer, roban objetos de lujo!”


Bueno, esta frase es más boluda de lo que parece. En principio si tengo hambre no necesariamente voy a robar pan, porque en toda mercancía existe una distinción entre valor de uso y valor de cambio: puedo cambiar un plasma por dinero e ir comprando comida, ¿quién va a ser tan pelotudo de ir a una panadería y robar 100 quilos de pan, con lo que costaría trasladarlo? Más allá de eso, es obvio que muchos no roban “por hambre”. En principio, debemos admitir que vivimos en una sociedad de consumo que constantemente nos envía mensajes que nos dicen que SER y TENER son sinónimos. Las publicidades no te dicen que si tenés la panza llena sos un capo. La panza llena es lo mínimo indispensalbe que satisface tu parte animal. Para existir, como ser humano, tenés que consumir determinados productos: ropa de marca, tener cable, computadora, comer en tal restaurante, vivir en tal barrio, etc. Los pibes que viven en villas no tienen gustos demasiado diferentes a un nene de clase alta: la sociedad actual está estructurada de modo tal que todos deseamos más o menos las mismas cosas, pero está regida bajo un sistema económico que hace que no todos podamos tenerlas. Está claro que los medios se encargarán de mostrar "cómo Carlitos Tevez salió de la miseria por su propio esfuerzo y se hizo a sí mismo y bla bla bla". ¿Pero cuántos Carlitos Tevez hay? Lo mismo ocurre en muchos países, no somos los únicos: En Estados Unidos, la población carcelaria está llena de hispanos y negros. Allá seguramente los medios mostrarán como un basquebolista del Bronx salió adelante con su propio esfuerzo y tal. Más allá de toda esa perorata, combatir la desigualdad es UNA DECISIÓN POLÍTICA. Ejemplo: Suecia, Finlandia, Dinamarca, etc. Estados Unidos es un contraejemplo: es el único país del llamado primer mundo que, con toda la guita que tiene, presenta niveles tan altos de pobreza y violencia. 

Aclaración: cuando digo que combatir la desigualdad es una decisión política me refiero a Estado (gobierno+oposición), clases dirigentes y sociedad civil. TODOS. Aunque no todos con la misma responsabilidad, pues es obvio que la clase dirigente (que incluye a la clase empresaria), gobierno y oposición son quienes tienen la responsabilidad mayor. 


Ahora bien: es muy difícil redistribuir la riqueza, porque quienes más tienen no quieren perder sus privilegios. A grandes rasgos: si ponés un impuesto a los más pudientes te saltan a la yugular y te dicen "se quieren quedar con la guita estos políticos corruptos de mierda", "desalentás la inversión", etc; si dejás todo librado al "libre juego de las fuerzas del mercado" y no regulás se te llena la población de desocupados, indigentes, etc.... claro que luego tu solución será criminalizar la pobreza y perseguir a los que quedaron afuera del sistema tratando por todos los medios de hacer que las víctimas se transformen en verdugos para la opinión pública. Dejando todo al "libre juego del mercado" tendrás a muchos repitiendo como loros: "no hay que darles un paty y una coca, hay que darles trabajo". Es cierto, coincido, pero no es un tema sencillo. ¿En qué mierda de multinacional aceptan a un pibe criado por un padre alcohólico y ausente, que le pegaba a la madre y desde chiquito fue obligado a pedir en la estación de subte? ¿De qué carajo va a laburar ese pibe? ¿La solución es matarlo?


¿Y las nenas de las villas/indocumentadas/inmigrantes de otros países o provenientes de otras provincias que son obligadas a ejercer la prostitución, secuestradas en las redes mafiosas con la connivencia policial y política? ¿Son negras de mierda que no quieren laburar?


Otro tema: ¿Cuándo vieron en La Nación o Clarín tapas de niños coya o indígenas en las publicidades? Un indígena en la tapa de un diario masivo como los citados ilustra, casi seguro, algún titular vinculado con hambre, desnutrición o algo por el estilo. ¿Cuántos niños argentinos son parecidos a los que salen en las fotografías de Cheeky?

Los “negros de mierda” crecen y desde nenes son condicionados a pensar que ser morochos y de tez morena es menos deseable que ser rubio y parecerse a los adolescentes de “Casi ángeles”. ¿O alguno cree que no es así? Vaya y haga una encuesta. Así como existe la “anorexia” como enfermedad básicamente SOCIAL, lo mismo ocurre con el odio y el resentimiento a que son sometidos muchos pibes pobres. No es un odio “natural”, sino que está basado en cuestiones históricas, sociales, mediáticas. Todos somos sometidos a mensajes miopes y prejuiciosos DESDE LA CUNA.


¿Es “natural” que Haití tenga un PBI (Producto Bruto Interno) de unos 11.700 millones de dólares, repartidos desigualmente en una población de poco más de 10 millones de habitantes, mientras Bill Gates tiene (o tuvo, no sé ahora) unos 41 mil millones de dólares? ¿Es “natural” que una sola persona, o algunos más si contamos su familia, tenga casi 4 veces más dinero que un país entero?


¿Alguien puede creer que Bill Gates, solito y con su propio esfuerzo, tiene potencialmente más capacidad de trabajo y talento que 10 millones de personas? 


Resulta trivial decirlo, pero obviamente creo que quien comete un crimen debe ser castigado de acuerdo a la ley, ya sea que se trate de un ladrón de estéreos o un tipo que realizó una estafa financiera de alta complejidad. También es evidente que como las estafas de alta complejidad son más difíciles de probar y tienen una estructura menos "mediática" y "cinematográfica" que un robo a mano armada, no suelen aparecer en los medios (se necesita una inversión en investigación periodística mucho más seria y compleja, y menos redituable, que poner en tapa un asalto que incluya tiroteo con la policía). Esa es una de las razones por las cuales la gente no se la suele agarrar con el estafador de millones de dólares, porque ni siquiera lo percibe como problema; e incluso hasta lo puede llegar a admirar en la tapa de Caras o Gente.

Dicho esto, ¿podemos esperar que bajen los niveles de desigualdad para que disminuya la tasa de homicidios? ¡Claramente no! ¿Y si eso no ocurre nunca en lo que nos queda de vida?


Hay sectores de izquierda que tienen una visión muy ingenua de la seguridad, porque parecieran creer que gestionar políticas de seguridad pública demanda primero una gran transformación de la sociedad; y luego todo se resuelve casi mágicamente, como consecuencia de una mayor igualdad social. El tema es que, como bien destaca Marcelo Saín, cuando uno gana una elección y se hace cargo del ejecutivo, hay conflictos al día siguiente: conflictos sociales, delitos de cuello blanco, delitos relacionados con mercados ilegales, tráfico de droga, “pibes chorros”, delitos callejeros, delitos domésticos, trata de blancas…  


Los partidos políticos no se pueden hacer los pelotudos a la hora de  gestionar los aparatos policiales y militares, más allá de que una visión ideológica miope los vea sólo como meros aparatos represivos de violación de los derechos humanos. La policía existe y es necesaria, y ningún gobierno puede implementar una política eficaz desentendiéndose del manejo de esos aparatos. 


Más allá de que también existen complicaciones, uno puede decir que desde la legislatura todo es más sencillo. Lamentablemente la izquierda no suele tener una estrategia de poder para gestionar la seguridad, entre otras cosas porque no se preocupa de ganar elecciones.

En este video que pongo a continuación, Marcelo Saín aporta elementos para la discusión:



Entiendo que la discusión es más compleja, pero creo que con esto pinté un panorama mínimo. 

¡Sean felices!

Rodrigo

jueves, 24 de noviembre de 2016

BORGES Y EL SOBORNO DEL INFIERNO Y EL CIELO

Como ateo tiendo a despreciar profundamente, porque me parece un medio nefasto para inocular el veneno del miedo, todos esos relatos míticos acerca de los horrores del infierno. 

El gran teólogo sueco Emanuel Swedenborg, a diferencia de Dante o la Biblia, no concebía el  infierno y el cielo como una suerte  de establecimiento penal, sino como un sitio adecuado a  la personalidad de quien lo habita. A los viciosos y a los culpables les agrada el infierno, o en todo caso es un lugar donde podrán vivir sin mucho problema; a los justos y religiosos les quedará la opción de vivir con sus semejantes en el paraíso.


Borges a menudo recordaba una parábola muy linda narrada por Swedenborg en la que un ermitaño se va a vivir al desierto, ayunando y mortificándose hasta el día de su muerte donde, efectivamente, su alma asciende al cielo. Ocurre que, según el místico sueco, tanto el paraíso como el infierno son territorios todavía más complejos y diversos que los de este mundo: allí los colores son más vivos y diferenciados, y las discusiones teológicas más profundas  y vastas. La cuestión es que el tipo llega y se da cuenta que al contemplar las discusiones teológicas no agarra un fútbol, y entiende que ha empobrecido su vida en la tierra a tal punto que al morir el paraíso se le ha vuelto inhabitable. Sin embargo, como ha cometido un error intelectual y no un pecado moral, le permiten crear, en algún lugar del espacio infinito, una versión o alucinación del desierto, de la ermita, de aquello con lo que convivió casi toda su vida.


El pobre tipo vive ahí peor que en la tierra, porque en la tierra le quedaba al menos el consuelo de esperar el cielo. Ahora en el cielo no puede esperar nada, y se da cuenta de que toda su vida, como diría Fontanarrosa, "ha vivido equivocado".


En las charlas que mantuvo con Antonio Carrizo, Borges comenta su extraordinario poema “Fragmentos de un Evangelio apócrifo”. No sólo está muy piola sino  que tiene partes  que a mí me hacen mucha gracia:


3. Desdichado el pobre de espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.

Acá está esa idea de Swedenborg respecto de que el tonto no puede entrar al cielo, porque la muerte no mejora a nadie.

4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.

Es un fragmento contra la idea cristiana de que el dolor es superior al placer. Se vislumbran ecos de la ética nietzscheana, pero vaya uno a saber si Borges estaba necesariamente pensando en  Nietzsche cuando lo escribió.

5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.

Nuevamente esa idea anticristiana, en cierto modo, que sugiere que la felicidad es superior a la desdicha.


6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.

Borges comenta: “Claro. Esa frase demagógica de que ‘los últimos serán los primeros’. ¿Por qué? (Sonríe). Ser último no es un mérito”.

Caruso Lombardi y José Luis Chilavert estarían de acuerdo con Jorge Luis (?) en este asunto.

7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen. 

8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a sí mismo.

Aquí tal vez sí exista cierta ética cristiana, según la cual el remordimiento es nocivo. Odiar a alguien, en cierto modo, es ser su esclavo.

9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.

También aquí hay ecos indudables de la ética cristiana. ¿Cómo no haberlos si ya desde el título alude a los evangelios?.... En fin, otro de mis tantos comentarios superfluos. 

10. Bienaventurados los que no tiene hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.

Borges comenta: “Y ahora recuerdo a Almafuerte; ‘Sólo pide justicia; pero mejor será que  no pidas nada’. (Ríe).”

11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha está en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.

Aquí está nuevamente la idea de Swedenborg, pero también de Bernard Shaw, quien escribió alguna vez: “He dejado atrás el soborno del cielo”.

12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.

Borges comenta: “Bueno, ahí… Yo no sé, me parece que ese verso está puesto… no sé… para no ser demasiado agresivo, ¿no? Peor no estoy seguro de que Dios exista o de que sea visible”.

El tono del comentario de Borges prefigura la torpe imitación de Jean Pierre Noher.

13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.

14. Nadie es la sal de la tierra; nadie, en algún momento de su vida, no lo es.

Esta idea es muy “borgeana”,  y sugiere que no hay poeta que no haya escrito alguna vez un verso hermoso. No hay Rodrigo que al jugar al fútbol no haya sido Messi por algunos segundos.

15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.

Ahí está la idea de George "Bishop" Berkley, quien mostraba a Dios como un espectador permanente.

16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.

17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que él cree justa, no tiene culpa.

En cierto modo se contradice con el fragmento noveno. Pero bue, ¿qué pretendés?

18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.

Es la relación entre un castigo desproporcionado y una falta muchas veces menor por parte del hombre. Lo mismo la recompensa exagerada ante una vida sin demasiado virtuosismo por parte de seres “humanos, demasiado humanos”, como diría Nietzsche.

19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.

Otro fragmento que se explica sólo, como la mayoría. ¿Para qué carajo estoy explicando lo que se explica solo? ¿Soy un pelotudo vanidoso? ¿Estoy queriendo figurar? No sé, ¡¡es mi blog y escribo lo que se me canta!!

20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.

24. No exageres el culto de la verdad: no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.

25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.

Borges comenta: “Bueno, ahí hay dos razones. Primero, la razón ética de los cuáqueros, que dicen que no hay que jurar, porque entonces hay dos niveles en lo que uno dice: lo que uno dice y lo que uno jura. Y luego es más elegante el under statemen, la falta de énfasis… También hay eso: una razón literaria". 

Ese hacer de cuenta que no está demasiado seguro de sus opiniones es típico del estilo de Georgie.


26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.

Este fragmento a mí me reír mucho. Si a vos, hipócrita lector, no te causa gracia, lo lamento.

27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.

Personalmente soy incapaz del odio sostenido, y si no es sostenido no es odio. Algo así también dijo Borges, pero para mí él odiaba sostenidamente al peronismo (igual que le pasa a Fer Iglesias, “experto en globalización”). Es a todas dudas evidente que soy un tipo copado.

28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.

29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.

Además puede ser una forma sutil de venganza, ¿no les parece?


30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y éste, de la tristeza y del tedio.

Borges creía que en un Estado perfecto no habría pobreza, porque ser pobre equivale a pensar demasiado en el dinero. Es una idea que está presente en “El alma del hombre bajo el socialismo”, de Oscar Wilde. Sin embargo, la riqueza también hace que los seres humanos se vuelvan medio estúpidos. Todos dicen que Borges no le daba ni pelota al dinero. El tipo quería tener la guita suficiente como para no estar todo el tiempo pensando en la guita.

31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.

32. Dios es más generoso que los hombres y los medirá con otra medida.

Ahí Borges está extorsionando a Dios… ¡Qué hereje hijo de  una gran puta! ¡Eso no se hace Jorge Luis!

33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.

Dar es dar, cantaba Fito Páez (?)

34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar.

Borges comenta: “Claro, porque lo interesante es buscar. Yo he pensado muchas  veces: si supiéramos con certidumbre qué ocurre después de la muerte,casi toda la poesía humana quedaría invalidada. Es una suerte que no sepamos. Nuestra ignorancia nos permite muchas invenciones.Por ejemplo, cuando se sepa exactamente qué ocurre después dela muerte, ¿qué haremos con esa novela fantástica que se llama la Divina comedia? Bueno, quedará como novela fantástica, simplemente. En cambio, ahora… bueno, no es imposible que haya un infierno, un purgatorio y un paraíso. Sí”.

En ese comentario a su propio poema, el tono de voz de  Borges sugiere que estaba completamente poseído por el espíritu de Jean Pierre Noher en “Un amor de Borges”, una película de mierda, dicho sea de  paso.

39. La puerta es la que elige, no el hombre.

Come en casa Borges… ¡Perdón, ese era Bioy Casares! Borges comenta: “Bueno, ahí hay algo muy raro. Yo me encontré con Néstor Ibarra. Néstor Ibarra me dijo que una vez que entrábamos en casa, y forcejeábamos con la llave,  yo le dije, con el tono de quien dice una broma, con falsa solemnidad: ‘La puerta es la que elige, no el hombre’. Y nos reímos los dos. Y luego yo incluí aquello, sin recordarlo, en una página literaria”.

40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.

Es una idea de Stevenson, para quien los hombres hasta pueden matar sin ser asesinos. Una obra no define por completo a nadie, aunque haya sido una acción abyecta. Sin embargo, casi siempre tomamos la parte por el todo cuando odiamos a alguien o no nos simpatiza; pero hacemos lo contrario disculpando muchas agachadas de aquellos que nos caen bien. ¡Somos re emocionales boló!

Recuerdo un juez que era jefe mío que cada tanto me decía: "atropellar a un perro no equivale a ser un mataperros". Esa frase me la decía, casi siempre, cuando me retaba por alguna cosa que no le gustaba.

41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena…

47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.

48. Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.

49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.

50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

51. Felices los felices.

El poema pertenece a Elogio de la sombra, de 1969.

Eso es todo por hoy.

¡Sean felices!

Rodrigo