domingo, 2 de octubre de 2016

DONDE EL AUTOR DEL BLOG HACE UN ENCOMIO DE LA BONDAD Y REIVINDICA PARCIALMENTE A MICHEL HOUELLEBECQ AUNQUE EN UN POSTEO ANTERIOR LO HABÍA BARDEADO

Se necesitan buenas personas, no importa si son poetas malos, dos, cien mil pésimos o cien mil excelentes poetas; guitarristas cuya mano izquierda ignora lo que hace la derecha, pero que sean personas generosas.

Poetas que canten al tajo agrio de las mujeres, flavios mendozas o poetas asexuados, poetizas lesbianas o televidenets de Netflix, pero buenas personas.

Es cierto que la bondad no es condición suficiente ni lo resuelve todo ni genera dinero ni te hace seducir mujeres ni adquirir fama y renombre. 


En Este es mi amigo Strozza, un escritor que se llama Fabián Casas y a quien yo admiro y estimo mucho aunque no sea ningún genio de la literatura, cita a Michel Houellebecq, para quien "las sociedades humanas y animales tienen diferentes sistemas de diferenciación jerárquica. El aristocrático (por nacimiento), la belleza, inteligencia o fortuna. Yo los refuto. La única superioridad que reconozco es la de la bondad".


Me gusta esa cita, me recuerda a mi amigo Martín L., cuya hija mayor -Larita, mi hermosa "sobrina postiza" a quien no voy a visitar nunca- cada tanto me alegra diciéndome que lee algunas cosas que escribo, y cuya familia es un reflejo de lo que él es como persona. El Tincho es uno de esos raros seres que parecen haber nacido con cierta tendencia natural a la bondad, y que siempre están cuando uno lo necesita:

“Ser bondadoso, en realidad, es un valor supremo difícil de sostener en una sociedad caníbal y exitista como la que vivimos. Entiendo que una persona buena es una que, entre muchas de sus preocupaciones, tiene la de dar amor a los demás. Y que no utiliza la bondad como una patología para salvar sus culpas sino como algo que le sale naturalmente. Es decir, dar amor le produce placer. Así que un componente central de una persona que me interesa es el de la bondad. Claro que un amigo también nos tiene que seducir”. 

En lo personal elijo a mis amigos no sólo porque son buenos, sino también porque me hacen reír, o porque comparto con ellos algunos gustos o porque les admiro algún talento.


Hipócritas lectores, mis semejantes, mis hermanos, siempre repito esa frase que dice que seremos amados cuando podamos mostrar debilidad sin que la otra persona se aproveche de eso para reafirmar su fuerza; ergo, valoren al pelotudo o la pelotuda -padre, madre, amigo, hermano, diariero- que sea bondadoso y generoso con ustedes, no sean giles.


Respecto del arte, sabemos que no todos los artistas que nos gustan nos parecen personas moralmente admirables. La biografía de V. S. Naipaul escrita por Patrick French, por ejemplo, nos muestra a un ser despectivo y desconfiado, violento con las mujeres y vanidoso hasta la exasperación: “En el colegio, yo sólo tenía admiradores, no amigos. Es importante no confiar demasiado en las personas. La amistad se puede volver en tu contra de la manera más tonta, y no hay que exponerse a que te suceda algo así. No impongas a nadie tu confianza, pues la confianza es una pesada carga. La amistad nunca ha sido algo importante para mí”


Una declaración con la que estoy, y QUIERO ESTAR, totalmente en desacuerdo. Sin embargo, como dice nuevamente mi “hermano mayor”, “los lectores de Naipaul tenemos suerte de no tener que prestarle dinero, abrirle nuestro corazón ni soportar sus ofensas ni hospedarlo en nuestra casa. Y gozamos de los beneficios de más de treinta libros extraordinarios que drenan experiencia y vitalidad, algo tan escaso por estos días”.


Y es que la actitud más piola radica en admirar personas de carne y hueso, no ideales inalcanzables sino artistas que, aunque llenos de defectos y agachadas, también demuestran virtudes que nos deslumbran o nos expresan.

By the way, esa cita de Houellebecq que puse al principio lo reivindica a mis ojos y contradice el posteo medio extremista que publiqué hace un tiempo. Creo que Houellebecq muchas veces se comporta como un misógino despreciable pero en el fondo sabe ser tierno. Hay razones personales que explican algunos rasgos de su personalidad:


"Mis padres se desinteresaron de mí cuando era niño. Hasta mi muerte, seré un niño pequeño abandonado, aullando de miedo y de frío, hambriento de caricias". 

Para quienes no lo saben, Houellebecq es hijo de un guía de montaña y una anestesista, quienes se desentendieron de él cuando era un niño, dejándolo al cuidado de sus abuelos maternos. La madre, según Houellebecq, era una suerte de hippie degenerada que prefería a sus amantes antes que a sus hijos. Cuando se hizo famoso, esa misma madre (Lucie Ceccaldi), ya octogenaria, declaró que le gustaría golpear a su propio hijo, más precisamente “romperle los dientes a bastonazos”. ¿Cómo puede aprender a querer y confiar una persona con semejantes padres?

En fin, ¿recuerdan el famoso aforismo 199 de los Pensamientos de Pascal? Dice así:


“Imaginemos a una serie de hombres encadenados, y todos ellos condenados a muerte, y que cada día degüellan a uno a la vista de los otros, y los que quedan ven su propia condición en la de sus semejantes y aguardan su turno, mirándose con dolor y sin esperanza. Es la imagen de la condición humana”.


Afortunadamente hay seres generosos que nos hacen pensar que Pascal exagera, porque con su presencia nos dan ganas de seguir adelante cuando el destino nos ahorca y las papas queman.


Por hoy la corto acá, porque mañana tengo que levantarme re temprano para ir a mi “amado” laburo. ¡Sean felices!

Rodrigo

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