domingo, 3 de julio de 2016

ALGUNAS CUESTIONES SOBRE LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA EN GRECIA

El carácter TRÁGICO del amor erótico puede reducirse a amar/desear a quien no nos ama; o ser amados por alguien a quien no podemos amar. Obviamente el segundo caso es muchísimo menos doloroso que el primero: es inverosímil suicidarse –como le ocurrió a Werther, el personaje literario creado por Goethe; o deprimirse, por no poder corresponder al deseo ajeno.

Lo trágico es, en este caso, lo inexorable: un destino que se impone más allá de la voluntad humana. 

Pues bien, en la antigüedad griega se dio una competencia entre la curiosidad teórica, representada por la filosofía, y el arte de la tragedia. Si leen la República (en griego “Politeia”), notarán el desprecio del autor hacia el arte de la tragedia, más allá de que Platón, en su juventud, quiso ser un poeta trágico. ¿Por qué? Pues porque la sabiduría de la tragedia se cifra en dejar ciertas cosas en la oscuridad o en la indecisión. 

Vale decir: en la tragedia no hay posibilidad de "síntesis". Por caso, en Antígona, de Sófocles, tiene razón tanto Creonte como Antígona. Un filósofo como Platón no puede aceptar que ambos tengan razón, porque eso implicaría negar que exista una verdad, y la posibilidad de distinguir bien de mal. Como no existe una ciencia del amor es que el arte parece mucho más efectivo que la ciencia o la filosofía para abordarlo. 


Es cierto que mi comparación no debe llevarse al extremo de ignorar las grandes diferencias que existen entre nuestra idea del amor -años y años de Cristianismo, Romanticismo y música pop mediante- y la concepción del amor en la Grecia antigua. Pero no nos desviemos del tema.

Lo que me interesaba destacar es que la filosofía es, para casi la totalidad de los estudiosos, UNA CREACIÓN GRIEGA. Hay muchos componentes de la civilización griega que tienen un correlato en otros pueblos de Oriente que alcanzaron un alto nivel de civilización antes que los mismos griegos: habilidades técnicas, creencias y cultos religiosos, manifestaciones artísticas... Sin embargo, en lo que concierne a la filosofía, los griegos fueron realmente creadores de algo que no tenía precedentes. 

Nosotros tenemos modos de "razonar", de argumentar, que en gran medida nos vienen -aunque no lo sepamos con exactitud- de nuestra herencia judeo-cristiana y greco-latina. Todo el "pensamiento científico" como lo conocemos hoy no hubiese sido posible sin la herencia griega. 

No estoy diciendo que el Egipto antiguo, la China, la India, el pensamiento árabe, la sabiduría de los indios americanos (que ha sido tan arrasada que en gran parte se ha perdido para siempre), no tengan una enorme validez. Tampoco conozco mucho sobre "estudios africanos" (y ya decir "africano" es una enormidad). La "sabiduría" existió en todas las culturas y en todas las épocas. No obstante, lo repito nuevamente, la "filosofía" es un invento griego. 

No ignoro que existen montones de “ismos” que polemizan con esta certeza: corrientes antiimperialistas, desconstruccionistas, multuculturalistas y todos los "ismos" lo que le quieran sumar. Prefiero no meterme en el berenjenal del debate eurocentrismo/multiculturalismo, sino que me interesa destacar la importancia de la herencia griega.


Los primeros griegos buscaron alimento espiritual en los poemas homéricos, es decir, en la Ilíada y en la Odisea (que, como todos sabemos, ejercieron una influencia análoga a la que la Biblia ejerció entre los judíos). Como no tuvieron textos sagrados, no existía una VERDAD REVELADA, sino que Hesíodo, Homero y los poetas gnómicos de los siglos VII y VI a. C eran, como diría el nabo de Ari Paluch, su “combustible espiritual”.


Según H. Kitto, un profesor de griego británico, a menudo “una cita de Homero era el modo natural de dirimir una cuestión de moral o de conducta”. Esquilo calificaba su propia obra como “migajas del banquete homérico”, e incluso surgieron algunas sectas fundamentalistas que creían que Homero era la fuente de toda la sabiduría y el conocimiento del mundo, como Jorge Sanata para muchos antikirchneristas emocionales. Un pensador como Platón, en el "Ion", se mofa de alguien que por ser experto en Homero pretende ser un sabio.

Los personajes centrales de la Ilíada y la Odisea son, o bien héroes que vivieron en la época mítica en que los dioses olímpicos intervenían directamente en los asuntos humanos y los hombres eran más fuertes y corpulentos que los seres humanos actuales; o bien son dioses con rasgos humanos que exhiben su favoritismo por tal o cual héroe, y a menudo son caprichosos, soberbios, envidiosos e irascibles. Mientras el destino del héroe suele ser triste e incluso atroz, los dioses la pasaban bastante bien.

Los dioses no favorecen a seres insignificantes, sino a héroes imbuidos de “areté”, de nobleza, de cualidades excepcionales. No existe en castellano un concepto equivalente al de areté. Según Werner Jaegger, en su excelente libro Paideia, "el concepto de 'virtud' en su acepción no atenuada por el uso puramente moral, como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta y el heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega".

Los griegos entendían por areté, sobre todo, una fuerza, una capacidad. El "vigor y la salud" son, por ejemplo, una "areté" del cuerpo. Sagacidad y penetración serían "areté" del espíritu. Homero usa el concepto no sólo para designar la excelencia humana, sino también la superioridad de seres no humanos, como la fuerza de los dioses o el valor y la rapidez de los caballos nobles.

George Brandes (1842-1927), profesor danés y primer estudioso de la obra de Nietzsche, decía que los pensamientos del autor de El origen de la tragedia estaban imbuidos de un “radicalismo aristocrático”. En una carta, Nietzsche le manifestó a Brandes su aprobación: “La expresión radicalismo aristocrático que usted me dirige me agrada. Permítame decirle que es lo más fuerte que de mí se ha dicho”. 

Pues bien, esa concepción aristocrática está muy presente en la obra homérica. 

Como casi no han sobrevivido muchos “poemas épicos” al margen de la Teogonía y los Trabajos y días de Hesíodo; y la Ilíada y la Odisea, no es sencillo definir claramente el género.

En Homero, las acciones humanas son libres y al mismo tiempo están influenciadas por la voluntad divina. No hay conflicto entre el determinismo divino y el libre albedrío humano. Ejemplo: Aquiles o Héctor son conscientes del destino que les espera cuando toman las decisiones que toman, y sin embargo deciden hacerlo igual.

Ese interés homérico por el sufrimiento humano preludia las tragedias de la época clásica (Sófocles, Eurípides, Esquilo). 

La imaginación homérica ya está estructurada según cierto sentido de la armonía, de la proporción. El poeta no narra simplemente una serie de hechos que no tienen conexión, sino que explora causas y razones, aunque sea a nivel mítico-fantástico. Y ahora me meto con algo que me parece extraordinario, siguiendo una lectura de Cornelius Castoriadis: 

Esta "ausencia de revelación" nos sirve para comprender, a modo de contraste con la tradición de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islamismo), la "libertad de pensamiento" que existía en el mundo griego: El “texto sagrado” de Grecia no es un texto sagrado. Ésta es, prácticamente, una diferencia fundamental con respecto a todas las culturas históricas que conocemos. Este texto no es religioso ni profético, ES POÉTICO. Su autor (o autores) no es un profeta, es un poeta, es EL POETA. El poeta no prohíbe nada, no impone nada, no da órdenes, no promete nada: dice. Y al hacerlo, no revela nada sino que recuerda. Las “musas” son hijas de Mnemosine (la memoria). Y como hijas, son parecidas a la madre pero NO SON LA MADRE. Ya ahí se plantea esa mezcla de “imaginación y recuerdo” que habita en todo acto de “poiesis”, de creación. (Nota: disculpen si transcribo mal algunos términos griegos, todavía no estudié el idioma, aunque pienso hacerlo más adelante).

Este margen de libertad que da la ausencia de revelación es esencial para el surgimiento tanto de la filosofía como de la política y la autonomía, que son un enorme tesoro que los griegos nos legaron. Y también es esencial para el nacimiento del arte y del pensamiento científico. Esta ausencia de dogmas establecidos y de autoridades justificadas trascendentemente -como la del profeta o la del sacerdote- da cabida a la posibilidad de pensar en muchos sentidos las cosas y no en una sola dirección. En el Canto IX de la Ilíada (versos 400-409), Aquiles rechaza la propuesta de Agamenón, quien lo llena de regalos suntuosos, de regresar al combate, y dice poco más o menos que la guerra no tiene sentido y NADA VALE MÁS QUE LA VIDA. Estas palabras constituyen una crítica muy poderosa al mundo heroico, al  ideal de “arete”, de nobleza:

“Se pueden ganar con pillaje bueyes y cebado ganado,/ se pueden adquirir trípodes y bayas cabezas de caballos;/ mas la vida humana ni está sujeta a pillaje para que vuelva/ ni se puede recuperar cuando traspasa el cerco de los dientes./  Mi madre, Tetis, la diosa de argénteos pies, asegura que a mí/ dobles parcas me van llevando al término que es la muerte:/ si sigo aquí luchando en torno de la ciudad de los troyanos,/ se acabó para mí el regreso, pero tendré gloria inconsumible;/ en cambio, si llego a mi casa, a mi tierra patria,/ se acabó para mí la noble gloria, pero mi vida será duradera/ y no la alcanzaría nada pronto el término que es la muerte”. 


¡Fíjense lo denso que es ese pasaje! La diosa Tetis, madre de Aquiles, le pronostica una vida breve y gloriosa. El contraste con la Odisea es muy significativo. Ahí se produce un encuentro entre Odiseo (Ulises) y Aquiles en los Infiernos (el Hades). Como todos los habitantes del Hades, Aquiles no es más que un espíritu sin “noos”, sin alma (una suerte de zombie). El adivino Tiresias es el único que en el Hades conserva sus facultades, por una gracia de Perséfone: los demás son almas que vuelan, que no saben nada ni tienen recuerdos, a las que se les debe dar de beber sangre para que pronuncien “discursos verídicos”. Lo explica Tiresias en el Canto XI  de la Odisea (145-149): 

“Sin hacerse esperar contestó de este modo Tiresias:/ ‘Fácil es la repuesta y habrás de guardarla en tu mente:/ de los muertos aquel que tú dejes llegar a la sangre/ te dirá sus verdades y aquel a quien lo permitas/ te dará las espaldas y atrás volverá su camino’.


Y lean este fragmento del Canto XI de la Odisea, que antes contextualizo brevemente: Odiseo le tira flores a Aquiles, diciéndole: “Los argivos te honramos un tiempo al igual de los dioses y acá tenés también el imperio en los muertos: por ello no te debe, ¡oh Aquiles!, doler la existencia perdida”.

Y la respuesta de Aquiles, como bien nota Castoriadis, es de una riqueza filosófica excepcional:


“No pretendas, Ulises preclaro, buscarme consuelos/ de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo/ de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa/ que reinar sobre todos los muertos que allá fenecieron”. 


¡¡Es extraordinario!! El héroe le dice que preferiría limpiar baños en una estación de subte estando vivo, antes que ser el más capito en el mundo de los muertos. ¡¡Que prefiere ser el Pitu Abelairas en el mundo de los vivos, antes que Lionel Messi en el Hades!!


Los egipcios tenían un círculo de la metampsicosis, los babilonios y micénicos tampoco aceptaban la “muerte definitiva”.  En cambio los griegos no buscaron ningún consuelo en el más allá. 


Para los hebreos, el hombre bueno y piadoso tendrá una vejez feliz y apacible morirá saciado y en paz. LOS GRIEGOS NO TIENEN HÉROES QUE MUERAN VIEJOS Y FELICES: el final de los héroes suele ser atroz. Y sin embargo, tanto Aquiles, como más tarde Sócrates, escogen morir. Sócrates diciendo que una vida sin examen no merece ser vivida; y Aquiles diciendo que la vida sin gloria no es vivible. El hombre está desgarrado por dos motivos opuestos: evitar la muerte porque “nada vale la vida”; y evitar una vida sin contenido que la vuelva indigna de ser vivida. Los héroes homéricos están todo el tiempo dudando: ¿me conviene huir del campo de batalla o mostrarme valiente? No son los héroes de las películas de Hollywood sino tipos angustiados, cavilosos. 


Héctor, el más valiente de los guerreros, se muestra miedoso ante la posibilidad de morir a manos de Aquiles. ¿Se entiende un poco mejor cómo es que Grecia fue la cuna de la filosofía? 


En fin, esto da para mucho. También existen misterios órficos y pitagóricos que son medio un quilombo, y podemos hablar de la lectura de Nietzsche y el platonismo en relación al cristianismo y toda una perorata que prefiero dejar en suspenso para no marearme mareándolos.

Finalizo con una extensa cita de H. D. F. Kitto:

"Sería un error describir la Ilíada como una tragedia, puesto que es (como muchas cosas griegas) precisamente lo que se propone ser, un poema épico, con todo el sosiego y la dilatabilidad que éste exige. No obstante, es intensamente trágica, y en esto es también plenamente griega: el sesgo trágico del pensamiento era habitual en los griegos. (...) Muy pocos griegos creían que la vida era un valle de lágrimas, en el cual nada importaba demasiado. Sentían la más vehemente atracción por la actividad en todos sus aspectos: física, mental, emocional; un inagotable placer en realizar hazañas y en contemplar cómo se hacían. Casi todas las páginas de Homero constituyen un testimonio de esta afirmación. Ese fondo trágico no debe interpretarse como que la vida es indigna de vivirse; es un sentimiento de tragedia, no de melancolía".

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