jueves, 14 de enero de 2016

EL MACRISMO COMO FENÓMENO CULTURAL

El neoliberalismo no tiende a pensar a los seres humanos como sujetos de derechos, como sí pueden pensarse en el radicalismo, el peronismo o el socialismo, por citar algunos ejemplos. El   neoliberalismo piensa que la sociedad es una suerte de conjunto inorgánico de iniciativas individuales donde el resultado es que los más aptos sobreviven y que esos que sobreviven son los que tienen derechos. No es que Macri llegue a esa conclusión fruto de una sesuda reflexión teórica: no se trata de alguien muy ilustrado. En ese sentido es similar a Daniel Scioli, más allá de que Scioli sí se reivindique como "peronista".

Al respecto, el sociólogo Luis  Alberto Quevedo aporta algunas reflexiones sobre el macrismo como fenómeno cultural que me parecieron bastante interesantes:

HABLAR DE "LA GENTE" O "EL VECINO"

"Cuando nominás a alguien, lo estás ubicando en un lugar, lo estás interpelando desde ahí. Si dicen vecino, ya sé que lo está poniendo en un lugar que no tiene que ver con un entramado de derechos políticos, sino que está colocando a una persona en una localización geográfica: que vive en tal barrio de esta ciudad. Si digo compañero o correligionario, como decían los radicales, lo ubico en una ideología política. Y si digo ciudadano, lo estoy colocando en una trama de derechos y de identidades, porque no es lo mismo ser ciudadano francés, que peruano o argentino. Macri desterritorializa la política, la saca del territorio de los derechos y la pone en los territorios geográficos. La vecindad es eso. La “gente” como categoría es casi lo peor; la gente es como un estado prepolítico. Todos lo usamos, no estoy dramatizando esto. Pero que un presidente o un político la usen tiene cierto peso".

Hablar de "la gente" como si fueran cuerpos que andan por ahí es evitar decir que "los humanos se asocian en estados nacionales, tienen o no tienen derechos, funcionan dentro de ciertas identidades, se les reconoce ciudadanía. La gente es una categoría muy despectiva en la compleja adquisición de derechos que tiene cualquier país".


El neoliberalismo conecta bien con un sentido común de la política que difunde la idea de que cada uno de nosotros se hace a sí mismo gracias al esfuerzo individual. Por ejemplo: "hay que ganarse la vida; los que no trabajan no merecen ser ayudados; el esfuerzo se debe pagar". Lo paradójico es que Macri no es precisamente Steve Jobs, el paradigma del empresario pujante, schumpeteriano, que ideó un producto novedoso, sino alguien que básicamente heredó una fortuna de su padre Franco, quien se caracterizó por hacer suculentos negocios con el Estado. Y además, alguien que ayudó a un amigo como "Nicki" Caputo a ganar licitaciones que lo llenaron de guita.


Retomando el hilo marcado por Quevedo, digamos que hoy en día las identidades políticas distan de ser "sólidas", como ocurría en tiempos -por caso hacia fines del siglo XIX o principios del siglo XX- donde el "socialismo", el "liberalismo" y el "nacionalismo" constituían conceptos mucho más fuertes en términos de estructuración identitaria.


"Si a mí me preguntan si Macri es de derecha, me cuesta decir simplemente que sí porque es más complejo: es de una derecha liberal, pero es también un tipo posmoderno en sus convicciones, porque no es ideológico sustantivamente, no tiene ningún inconveniente con cambiar de idea, no tiene ningún inconveniente de nutrirse de figuras políticas que vienen de distintos campos. No tiene ninguna pretensión de que la sociedad argentina quede teñida de algo que uno podría imaginar como ideología pro macrista. (...)


A diferencia de lo que ocurre por ejemplo con el radicalismo, el peronismo o el kirchnerismo, Macri no te pide nada, por eso es fácil votarlo:

"(...) pensá lo que quieras, vení de donde quieras, si sos socialista, radical, peronista, no importa para él. Lo que importa es que te sumes a un proyecto de trabajo moderno donde todos tenemos que dialogar y cosas por el estilo. Es muy liviano todo eso".

Según Quevedo, en la actualidad las identidades se construyen con "retazos". Hay identidades que vienen del rock, o del fútbol, que mantienen cierta cohesión entre sus adherentes. Uno puede ver a jóvenes con diversos tatuajes inscriptos en su cuerpo: la cara del Che Guevara, la figura del "nestornauta" o el logo de los Rolling Stones. Es impensable ver a alguien con un tatto de Macri o de Gabriela Michetti. Es como si Macri dijera: "Yo acepto que seas hincha de mi club, pero también si querés gritar por el otro no me molesta. Y si querés cambiarte de club al otro día no me jode".


Es como decir: vení, votáme, y después andáte a tu casa y disfrutá de la vida. No hay una tradición de derecha como pudiera ser la de Ramón Doll, un nacionalista católico, o Ignacio Anzoátegui. 

Un artículo que me pareció muy interesante como para entender un poco mejor el fenómeno de Macri es "Globología", de José Natanson.

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