martes, 31 de marzo de 2015

LA POLÍTICA SEGÚN SAVATER

“Ser político”, nos dice Savater, “en el sentido auténtico del término, no en el insultante y pueril, es preferir enmendar errores a linchar culpables. Actualmente, en España, los debates políticos giran en torno al rechazo abrupto a los gobernantes por ineficaces o corruptos, la desconfianza en las instituciones a causa de la crisis económica (…) Pero no siempre queda claro en todas estas cuestiones en qué consiste el papel de la ciudadanía democrática, que es lo que realmente está en juego”.

Muchos años antes, aunque de modo mucho más contundente, Bertolt Brecht nos decía:

El analfabeto político

El peor analfabeto
es el analfabeto político.
No oye, no habla,
ni participa en los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
el precio del pan, del pescado, de la harina,
del alquiler, de los zapatos o las medicinas
dependen de las decisiones políticas.

El analfabeto político
es tan burro, que se enorgullece
e hincha el pecho diciendo
que odia la política.

No sabe, el imbécil, que,
de su ignorancia política
nace la prostituta,
el menor abandonado,
y el peor de todos los bandidos,
que es el político trapacero,
granuja, corrupto y servil
de las empresas nacionales
y multinacionales.

Bertolt Brecht  (1898-1956)

Tal vez el tono de Brecht nos parezca demasiado enfático, y es posible que sus elecciones políticas no hayan sido demasiado “sabias”. Sin embargo, creo que al amigo Brecht no le faltaba  razón.

Respecto de Savater, déjenme decirles que, más allá de su habitual incontinencia verbal, que lo hace opinar de casi todos los temas que le parecen interesantes sin tal vez documentarse de manera rigurosa, con lo cual a veces manda fruta o dice gansadas importantes, me gustó su último libro, Política de urgencia. Rescato algunas frases que tienen no sólo actualidad en España, sino también en la Argentina y en América latina:


“Cuando un tópico se convierte en moda y tenemos que aguantarlo repetido desde la izquierda y la derecha, por jóvenes y menos jóvenes, no es difícil adivinar que encubre alguna forma de pereza intelectual: el conocimiento realmente significativo nunca goza de tantas adhesiones. Uno de esos lugares comunes populares y vacuos es hoy el que proclama el descrédito delos políticos. Los políticos son torpes,  venales, perniciosos y por tanto culpables de los padecimientos de la ciudadanía en crisis. (…)


En un sistema democrático todos somos políticos en ejercicio, aunque la estructura institucional haga que unos cuantos sean elegidos para representar a sus votantes en determinados cargos, transitoriamente. Por decirlo contundentemente,  los que mandan son nuestros mandados, aquellos a quienes nosotros les hemos mandado mandar. Si cumplen mal la función para la que fueron designados, tampoco quienes les hemos elegido nos hemos lucido como políticos. Tendremos que asumir nuestra parte de culpa, revocar su nombramiento optando por otros o incluso ofrecernos para sustituirlos, si creemos que podemos hacerlo mejor. (…)


En democracia, cualquier crítica a los gobernantes es en realidad una autocrítica de los ciudadanos. Seguramente imprescindible, porque hay muchos mecanismos institucionales que deberían sufrir transformaciones en vista de su mal funcionamiento. Pero sin buscar chivos expiatorios en el Parlamento ni la absolución demagógica del resto de la población”.



¿El verborrágico Savater nos dice algo tremendamente novedoso? No, pero lo que dice es lúcido y está escrito de manera sencilla y accesible, y la lucidez combinada con la claridad expositiva me parece siempre una buena noticia. No importa que a veces nos parezca un poco "fast thinker", desde acá lo bancamos. 

Aquí tienen una entrevista con nuestro "héroe", donde dice algunas cosas piolas y algunas pelotudeces triviales sobre el concepto del "populismo" y el movimiento "podemos". Es como si Savater no pudiese pensar nada al margen del "iluminismo" y el "liberalismo". Definir el "populismo" como "la democracia de los ignorantes" es realmente pobre. No es crítica sino descalificación.

¡Sean felices!

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