jueves, 28 de agosto de 2014

GOMBROWICZ, LA JUVENTUD Y LA BELLEZA

“¡¡Detente rostro de Olivia Hussay en Romeo and Juliet, eres tan hermoso!!”, podría haber dicho Goethe en su Fausto. ¿Göthe pasa Clarín, estás nerviosho? 


I hope I die before I get old -"espero morir antes de volverme viejo"-, cantaba Roger Daltrey a mediados de los 60’s. Ahora Roger está old, pero en aquel entonces estaba in his twenties. 



En ese mismo período, Witold Gombrowicz (1904-1969) hacía largos años que se sentía un viejo choto:


“Gombrowicz era terriblemente impiadoso con la fealdad del cuerpo, con la del suyo y con la de los demás también. Cuando algún joven despistado se le presentaba como admirador de Neruda y de sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Gombrowiz se retorcía en la silla, no podía soportar la presencia del cuerpo viejo y corrompido de Neruda al lado de ese canto al amor”, nos dice Juan Carlos Gómez, alias “Goma”, alias una de las personas que más sabe del escritor polaco.


Parece que en Piriápolis, el tipo no se animaba a mostrarse en traje de baño, porque le resultaba desagradable exponer las varices de sus piernas a la luz del sol.

Digresión: en lo personal, me parece que un buen camino para abrazar la infelicidad es la idealización de la juventud y la belleza combinada con un excesivo sentimiento trágico de la existencia a la Miguel de Unamuno/Ernesto Sótano; por eso es que un tipo como Alejandro Dolina parece sufrir tanto el paso del tiempo. Además, la vejez es una de las etapas de la vida que más dura -unos treinta o cuarenta años; en tanto que la juventud, a lo sumo, se extiende por quince años.


Entiendo que todas las épocas han tenido miedo a morir y a envejecer. Sin embargo,  lo que ocurre hoy es sintomático: pareciera que ser viejo es un pecado mortal (y agregaría que ser gordo, en buena parte de nuestra sociedad, es muchísimo peor que ser un burro). En fin, dejemos hablar a Savater, que es bastante pedagógico para expresar lo que piensa:

"Lo que sí parece  un fenómeno nuevo es que en nuestra época no existe un modelo positivo para las personas mayores. Los viejos tenemos que fingir que somos jóvenes porque el que no es joven está enfermo en nuestra sociedad. La juventud, por razones sociológicas, de consumo, etcétera, se ha convertido en la totalidad de la vida; si no quieres ser excluido, debes fingir que eres joven hasta la tumba".

Y luego viene una cita de Voltaire que me parece fundamental: "Quien no tiene las virtudes de su edad, tendrá que cargar sólo con sus defectos". 

Prosigo: el “Goma” dice que Don Witoldo era muy respetuoso y atento con el dolor de sus amigos. Sin embargo, “la repugnancia que sentía Gombrowicz por la fealdad corporal es un rasgo suyo que me resulta incomprensible, a menos que se lo analice exclusivamente bajo la óptica de su homosexualidad y se lo entienda como una consecuencia. En la vida corriente Gombrowicz tenía una actitud benevolente con las miserias humanas, especialmente con aquellas por las que una persona sufre, pero aquí, ¡mi Dios!, no queda títere con cabeza”.


El autor de Ferdydurke lo deja clarísimo en el siguiente fragmento: “¡Oh! ¡Estoy mortalmente enamorado de la carne! La carne es para mí casi decisiva. Ningún espíritu podrá resarcir a nadie de la fealdad corporal, y el hombre no atractivo físicamente siempre pertenecerá para mí a la raza de los monstruos (…) ¡Ah, cómo necesito esta consagración a través del cuerpo! La humanidad se divide para mí en dos partes: una, corpóreamente atractiva, y la otra, repugnante, y la frontera entre ellas es tan clara que no dejo de asombrarme (…) ¡Porque ser artista significa estar mortal, incurable, apasionadamente enamorado, pero también salvaje e ilegítimamente…!”


Cada cierto tiempo, no muy frecuente, nos sorprende la visión de una mujer extremadamente bella, que suspende el pensamiento, y nos sentimos en contacto con “la divinidad”:


“Todo era verde y azul, agradable y ameno. En una parada sube una muchacha que… ¿cómo decirlo? La belleza tiene sus misterios. Hay muchas melodías bellas, pero sólo algunas son como una mano que oprime la garganta. Esta belleza era tan magnetizadora que todos se sintieron extraños y quizás, incluso, avergonzados; nadie se atrevía a admitir que la observaba, aunque no había ni un par de ojos que no contemplara a escondidas aquella espléndida aparición. De repente, la muchacha, con toda la tranquilidad del mundo, se puso a hurgarse la nariz”.


En 1890, el escritor irlandés Oscar Wilde –quien también era manflora- publicó The picture of Dorian Gray (El retrato de Dorian Gray), una suerte de recreación del mito fáustico, al tiempo que la concreción de sus teorías vitalistas y neopaganas. En ese relato, Wilde tiene como eje el hedonismo y el culto apasionado por la Belleza y la Juventud, y también la belleza de la juventud, como móviles del individuo y como religión de quien busca la plenitud del instante. 


Para quienes no lo leyeron, resumo el argumento: Dorian Gray es un joven muy hermoso stop. Se dedica a hacer de su vida una obra de arte, se entrega a placeres efímeros, ajeno a cualquier moral, inalterablemente joven, mientras un retrato suyo va envejeciendo y recibiendo los signos del deterioro moral y físico stop. Uno de los personajes más interesantes es lord Henry Wotton, un Jorge Asís aristocrático que dice pelotudeces ingeniosas como “pues sólo hay en el mundo una cosa peor que el que hablen de uno, y es que no hablen”. Muchos participantes de Gran Hermano, que son más pelotudos que el fan número uno de Wanda Nara, obedecen a este postulado henrywottoniano.


Hay un fragmento donde Dorian afirma que jamás ha buscado la felicidad: ¡Qué importa la felicidad! Yo he buscado el placer!”


A mi juicio, las personas que pretenden hacer de su vida una obra de arte o quienes ponen al arte muy por encima de la política o la moral me suelen resultar medio antipáticos stop. Ese tipo de personajes tienen tanto miedo de aburrirse que son capaces de hacer mil y un cagadas con tal de no experimentar tedio stop. En cierto sentido, el neopaganismo coloca el placer por encima de la felicidad, entendida ésta como una suerte de virtud acomodaticia y burguesa; y bajo otro aspecto, como una casi negación de la intensidad que debe conllevar necesariamente el drama. Rewind (?)


¿Es preferible durar o arder? ¿Elegimos consumirnos pronto, como un leño seco bajo las llamas, como Jim Morrison o Jazmín De Gracia; o cocinarnos a fuego lento cual Mariano Closs? "Todos los extremos son malos", diría mi abuela mientras se clava medio litro de vodka. 

Para seguir leyendo (si querés, si no querés no, nadie te obliga loco, todo bien): pinchar acá.

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