viernes, 18 de abril de 2014

AMERICAN SPLENDOR

Todos dicen que el sufrimiento, los fracasos amorosos y las malas experiencias nos hacen crecer: a Harvey Pekar le hubiese gustado canjear algo de crecimiento por un poco más de felicidad.


Díganme pretencioso o cobarde, pero creo que a mí también, a veces, me pasa algo similar: con gusto daría crecimiento y maduración a cambio de varios instantes de felicidad espontánea.


Tantas veces y contra mi voluntad, la generosidad se vuelve una mentira fría, y me reconozco harto de sacrificios y sufrimientos inútiles.


Harvey Pekar (1939-2010), autor del cómic American Splendor, fue un judío divorciado, poco agraciado físicamente, de conductas obsesivo-compulsivas, con un empleo rutinario y mal remunerado que -pese a su posterior éxito- no abandonó hasta jubilarse. Aunque tenía sólidos conocimientos en jazz y literatura, no tenía estudios formales, y sus deseos de dejar una huella reconocible para la posteridad se extinguían como hielo al sol. Ese "duro deseo de durar" que implica, en mayor o menor medida, toda aspiración a cierta trascendencia. Existe en cada uno de nosotros el deseo íntimo de gambetear la muerte, aunque sabemos que vamos a fracasar en el intento.


En su obra, Pekar supo poner en palabras algunos aspectos del "declive de la cultura americana”, junto a varias de las neurosis que cada uno de nosotros puede experimentar en cualquier ciudad moderna.

American Splendor se hizo película en 2003, y el personaje principal quedó a cargo de un excelente Paul Giamatti. En varios pasajes me recuerda a otro film que también me gustó muchísimo: Ghost World (2001) -dirigida por Terry Zwigoff- que también se basó en un cómic, pero no de Pekar sino de Daniel Clowes.

No quiero agregar mucho más acerca del contenido de la película, porque su trama es muy sencilla y no quiero adelantarles nada por si deciden mirarla.


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